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Lejos de casa en tiempos de crisis.

  • Foto del escritor: This Is Jai
    This Is Jai
  • 17 mar 2020
  • 6 Min. de lectura

En tiempos difíciles es que el gas pela, como decimos en mi amada Isla. No sé cómo manejar las cosas muchas veces, me frustro en ocasiones.


Nunca quise tocar este tema porque la mayor parte del tiempo me causa nostalgia, creo que no importa la circunstancia por la que una persona se mude fuera de su país, siempre causa una sensación rara estar lejos. Comencé a escribir sobre esto en el 2018, ¡nunca lo publiqué! Todas las semanas vuelvo y lo abro para ver si es la semana que le toca y leerlo me da un taco porque pienso en todo lo que dejé a un lado. Para el record: este no es el escrito original, para escribir este ese ni lo abrí – es una cajita de emociones y no estoy para eso.


Pongo este tema hoy porque es cuando mi gas (y el de todos) está pelando con estos temas que últimamente estamos viviendo como país, como mundo. Más que contar mi transición a USA (el enfoque que inicialmente pensé sobre este tema), hoy viro la tortilla a que tan difícil puede ser estar lejos de los míos en tiempos tan difíciles.

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Yo siempre quise venir a vivir acá, las razones no eran ningunas específicas, era solo algo que quería hacer y por algún motivo nunca se me dio el empujón que me hiciera dar el paso. Cuando el huracán María nos llegó a Puerto Rico lo último que pensé era irme, es más, jamás pensé en salir de la Isla por comodidad propia, razones laborales hicieron que tomara esa decisión en menos de 24 horas. No dormí nada esa noche, le decía a mi mamá que tenía nauseas, no me llegaba el aire, tuve los peores pensamientos sobre ese vuelo. Fueron cinco maletas, unos miedos que me consumían, la incertidumbre se apoderaba de mí y saber que hacia todo este movimiento con Fabiana me daba pánico.


Un dolor inmenso porque dejaba atrás a las personas más importantes de mi vida en medio del momento más vulnerable y aterrador para mi país. De más esta decir que me sentí la persona más miserable del planeta mientras la impotencia me consumía. Un avión me aterrizó en Miami, recuerdo que estaba como zombie y no paraba de preguntarme “que hago aquí”. En Miami seres maravillosos me abrieron las puertas, GRACIAS, estaré eternamente agradecida. Luego de tanta incertidumbre decido irme a Tampa, donde tengo familia y pensé en inscribir a Fabiana en una escuela porque no quería que perdiera el grado escolar. GRACIAS familia por abrirnos las puertas y ayudarnos en este proceso tan nublado al comienzo. En Tampa duré casi 9 meses, cuando una de mis mejores amigas me menciona a finales de Mayo 2018 que me fuera a Atlanta, no lo pensé mucho y en Junio 30 tenía todas mis cosas recogidas (esta vez con más de 5 maletas – jajaja –), un UHaul lleno de cosas materiales, mi mama, mi hija, uno de mis perritos, ilusiones nuevas y una mente mil veces más positiva a la de Octubre 2017.

Puedo decir que aquí, en Atlanta, soy completamente feliz aunque más de la mitad de mi corazón está en Puerto Rico. Dios me bendijo con una familia nueva, familia porque antes éramos amigas + la familia de mi amiga y hoy somos una sola familia. Atlanta me regaló dos hermanas, dos cuñados, cinco sobrinos (dos de cuatro patas), una mujer que me trata como otra hija más, otro hijo de cuatro patas, familia extendida, me reunió con viejas amistades y personas que tocan tu puerta de forma linda, Tú. Atlanta me regalo una ciudad bellísima con unos edificios que no cambio por los de NY, unos árboles que en la primavera se pintan de mi color favorito: rosa, me enseñó que mi estación favorita es el otoño y que uno es más fuerte de lo que cree. Atlanta me hizo débil y vulnerable pero ella misma me hizo fuerte, hoy aquí me veo cumpliendo metas nuevas, creando de forma diferente.

Como para todo hay un pero, aquí está el mío, el punto de todo este escrito. Me dolió en el alma, nadie sabe cuánto dejar mi familia e Isla cuando María pasó, me rompía el alma ver los temblores que atacaban mi país de forma abrupta dejando destrucciones aterradoras, sentía demasiada impotencia por no estar allí si en el peor de los casos pasaba algo peor y no podía socorrer a mis abuelitos, me sentí culpable cada día por mirar todo desde lejos. Ahora tenemos esta situación del virus y no solo quiero estar allá encerrada con ellos, quiero tener mi gente aquí. Egoístamente me aterra pasar esto sin mi mama, sin mi abuela, sin esas mujeres que son todo en mi vida. Se me hace un nudo en la garganta porque la incertidumbre es tanta que me aterro. Trato de no perder la calma porque Fabiana merece y necesita mi mejor postura ante esta situación, pero no dejo de sentirme pequeña ante lo que nos pasa. Estas cuatro paredes nunca se habían sentido tan vacías.


Estas son las consecuencias de estos cambios de país, este es el precio que se paga cuando se está lejos de la familia. Uno siempre sigue haciendo las cosas porque en las buenas todo es chévere, pero en estos momentos de vulnerabilidad es que uno necesita sentir ese calor de la familia y es ahí cuando nos damos cuenta que lo son todo en nuestras vidas. No podría explicar aquí cuanto dolor siento por no estar en casa, se me hace ajeno lo que me rodea en este momento. Tengo demasiados sentimientos encontrados. Tienen que pasar situaciones como María, los terremotos y esto para que aprendamos a apreciar lo sencillo, nuestra familia, las cosas que nos eran simples. Miren, el sábado pasado le cantaron “Feliz Cumpleaños” a mi primita en familia, en cualquier otro momento me lo pude haber perdido (porque me ha pasado que por otras cosas me perdí actividades familiares cuando vivía en PR) y hoy no puedo explicar el sentimiento que invadió mi corazón por no haber estado ahí, ese Facetime no me fue suficiente. Para irme menos lejos, el 9 de Marzo 2020 fue mi primer cumpleaños celebrado sin mi mamá. Han pasado dos cumpleaños de mis abuelos en los que físicamente no he estado. Desde que estoy acá no voy a cumpleaños de mis hermanos o mi papá. Podría seguir contando los momentos en los que un Facetime me han “salvado” el momento. Me hago de la vista larga, me trago el nudo de la garganta y hago que no pasa nada porque uno acá saca fuerzas de donde no las tiene. Por dentro ando destruida, es que uno aprende a bloquear.

Yo estoy segura que las personas que vivimos fuera de nuestro país pueden llegar a comprender esta mezcla de sentimientos y este reguero de contradicciones que digo. A veces me pregunto ¿Qué tan necesario es que yo esté viviendo tan lejos? ¿Por qué criar a mi hija lejos de lo que yo tuve? ¿Por qué privar a Fabi tener el calorcito de mis abuelos todos los días? ¿Por qué no puede ver a su abuela cada día como vi yo a la mía? Vivo contradiciéndome porque aquí soy muy feliz también y como dije, tengo una familia que amo y todos los días nos damos compañía. Vivo agradecida porque las bendiciones no dejan de bajar del cielo.


Hoy se me hizo necesario hablar de esto para una vez más decirles que aprovechen la familia, las cosas sencillas. Mirémonos hoy encerrados, muchos lejos de otros y al final ¿qué nos está quedando? La familia y los que escogemos como familia. Ayer mis mujeres de aquí (ATL), los kiddos y yo tuvimos un “Virtual Tea Party”, hicimos “catch up” un ratito porque nos vemos casi todos los días y llevamos desde el jueves pasado encerradas. No había pensado en esto y creo q voy a ver como lo hago con mis mujeres de PR para verlas más a menudo, propondré día y hora para todas hablar aunque sea 15 minutos. No me cansaré de decirles e invitarlos a que se hagan amigos de las cosas sencillas.

Mientras este caos pasa (me incluyo) mantengamos las mentes positivas, caminemos con Fé, tomemos las debidas precauciones, busquemos como disfrutar las horas en familia y sobre todas las cosas no perdamos nuestra conexión con Dios, yo sé que él nos va a sacar de todo esto antes de lo que anticipamos. Estoy consciente de lo difícil que puede ser toda esta situación pero no nos queda de otra… juntos podemos aliviar esta crisis. Y, mirando lo positivo, además de estar más unidos como familia nuestra tierra está teniendo un poquito de alivio y por ahí leí que este encierro ha impactado positivamente el calentamiento en la tierra (no es que es la solución pero la tierra ha tenido un break).


A los que están lejos de Puerto Rico, sus países, su familia, les envío el abrazo virtual más grande porque los comprendo enormemente. A los que están en la Isla o sus países también les envío otro más grande porque no debe ser fácil mirarnos desde allá cuando lo que deseamos es estar donde sea pero juntos.


No es fácil tomar la decisión de irnos lejos de la familia y a veces las razones son desgarradoras, no es fácil atravesar situaciones que afecten nuestro país y no poder estar ahí, no es fácil mantenerse fuerte cuando por dentro sientes todo lo contrario pero yo sé que tú y yo podemos con esto y más. No nos quitemos y mantengamos siempre como rutina de vida de alguna forma u otra mantenernos cerquita en la distancia. Que estos tiempos no nos nublen la visión y pensemos sensatamente.

¡Los abrazo más fuerte que NUNCA! Esto es temporal, allá arriba hay un hombre en control.


-Jai

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